Su
primo le dijo que se fuera de viaje a Puerto Vallarrata
que era una ciudad muy chula para él. Gerónimo,
no muy convencido, cedió.
Esa
misma tarde salía el avión.
Gerónimo
se fué.
En
el avión había un niño llamado Zipo que era
muy travieso y a Gerónimo le quitaba todo: caramelos,
chuches...
Al
llegar a Puerto Vallarrata , Gerónimo estaba buscando
su hotel “La ratonera”. Cuando lo encontró
vio que estaban los cristales de las ventanas
rotos, el tejado también...
Entró
y le dieron la habitación 313.
Subió,
habrió la puerta y estaba todo sucio, roto, feo...
¡No le gustaba nada!. Él
se aguantó.
Al
día siguiente fue a la playa por el sendero señalado.
Agotado ya no podía
más. Gerónimo vio un chiringuito y se
acerco a él. Preguntó cuanto quedaba
para llegar a la playa y le dijeron: “Una
horita si va deprisa”. Gerónimo estaba agotado
de andar bajo el sol y decidió comprar un patinete
que le costó mogollón. Llegó a la
playa, y vio a Zipo.
Zipo se acercó y se puso a su lado con
la sombrilla.
Le
estaba haciendo todo el rato preguntas absurdas
y Gerónimo no le hizo ni caso.
Después,
como no había nadie en el agua, se metió
y le perseguían los tiburones. El socorrista se
le acercó y lo rescató
con una barca de plástico.
Bueno,
el segundo día ahí os lo dejo.
Os
recomiendo que os lo leáis el libro que es ¡chulísimo!
Bueno,
hasta el próximo
resumen.
¡Claudia!
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